By hermandad on Miércoles, 10 Febrero 2016
Category: Convocatorias

Comienza la Cuaresma, el tiempo de la espera. Santa Misa e imposición de cenizas, 19:30 h. Iglesia Parroquial Stmo. Cristo de la Misericordia.

Todos los cristianos católicos iniciamos hoy, con el Miércoles de Ceniza, el tiempo litúrgico de la Cuaresma en el que, durante 40 días y a través de la vivencia del ayuno, la oración y la limosna, los fieles nos preparamos para la Semana Santa en la que se actualizan los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.

En este tiempo los fieles estamos llamados a trabajar de manera especial en la conversión personal, exhortación que durante la imposición de las cenizas expresa el celebrante con las palabras: "Convertíos y creed en el Evangelio". Asimismo, con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás" se recuerda la caducidad y fragilidad de la vida humana en la que la muerte es un destino inevitable. Con este rito, los fieles somos marcados con una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos anterior.

Nuestra Hermandad, dispuesta ya para recorrer este camino que nos separa del Jueves Santo, este tiempo de espera y conversión, nos invita a comenzar la Cuaresma con la asistencia a la celebración de la Santa Misa y el rito de la imposición de la ceniza. La Eucaristía comenzará a las 19:30 h, en nuestra Iglesia Parroquial del Stmo. Cristo de la Misericordia.

Además, la Cuaresma trae consigo ciertos preceptos establecidos por la Iglesia Católica, como son el ayuno y la abstinencia. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. La abstinencia consiste en no comer carne. Son días de abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad.

Con estos sacrificios, se trata de que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.